Hay momentos hermosos de la vida, como el nacimiento de un hijo, cuando el profesor te mira de frente, detrás de su escritorio, asiente con la cabeza y dice "cuatro" cuando ambos sabemos que era apenas dos con cincuenta, a lo sumo.
Hay momentos sublimes como el gol en el minuto cuarenta y cinco del segundo tiempo, para empatar.
La vida nos sorprende a diario con momentos sublimes, no los notamos porque la realidad se apoderó hace mucho de nuestra capacidad (o permeabilidad) a la magia.
Un día, se abre una ventana de chat y alguien totalmente olvidable, pretendiendo darle poder a unas palabras, que de por si no lo tienen, inicia la conversación con un
- Haber
En lugar de "a ver"
Pero no un "haber" por trabar juntos en un estudio contable y haberle preguntado sobre que columna del mayor de la cuenta "mobiliarios..."
No por eso.
Y ahí descubrimos porque la olvidamos antes de conocerla.
Y descubrimos con asombro que encabeza de ahí en mas nuestra lista de satisfacciones inmerecidas.
Y uno no le perdona la vida de puro bueno, porque podría haberle sugerido que tenga en cuenta eso del suicidio, o recordar la darwiniana teoria de la seleccion natural de las especies.
Y la pregunta del millón, el porque pensas que MERECE sobrevivir tu especie.