21 may 2015

Constantinopla el comienzo


Constantinopla


Dice Eduardo Galeano, que andan diciendo por ahi que estamos hechos de átomos, pero que él está totalmente convencido que estamos hechos de historias.  No sé.  El sabrá.

Esta historia sigue la narración mucha mas bella de Isaac Asimov sobre "Constantinopla, el imperio olvidado". 



Se me ocurre a mi, que Constantinopla comenzó llamándose como se llamarban todas las ciudades de la Helade de aquel entonces: alguna cosa seguida del sufijo polis, como acostumbraban a hacerlo los griegos, ya que polis, significa ciudad, de allí la política es la ciencia que estudia las cosas de la ciudad.

Aristóteles -el estagirita- llegó a sostener que el único lugar donde había hombres era en la polis, fuera de esta solo había animales y dioses.

Aquella sí era una época interesante para ponerle nombres a las cosas, puesto que no lo tenían, como en la Macondo inicial. 

Ahora todo tiene nombre y se torna mucho mas difícil acostumbrar a la gente a cambiar de parecer y nombrar a la mariposa con el mucho mas bello nombre basko Pinpilimpausa, por solo citar un sustantivo entre miles o millones.

En esas dos disciplinas, los antiguos griegos eran muy buenos, narrando y nombrando cosas.

Lo cierto es que como la fundó el rey Bizas, no tardó en ser re bautizada Bizanzio, por estas rarezas de la historia.

El pobre de don Bizas, se encontró en un difícil trance, la población de su ciudad natal Mégara estaba destinada al estancamiento al estar emplazada entre super ciduades de la época, Corinto y Atenas.

La opción poco feliz hubiera sido trabarse en lucha con sus enemigos, pero como vislumbraba una derrota inminente la opción mas honrosa fue emigrar con los suyos, no sin antes acudir al oráculo de Apolo en Delfos. La pitonisa acostumbraba a encriptar bastante sus dichos, hay quien sostiene que lo hacía solo por diversion, aunque el revisionismo histórico parece otorgarle mas entidad a los tóxicos que ingería para establecer su comunicación con el mas allá.

Lo cierto es que siempre hay un tóxico en la comunicación con el mas allá.

Lo cierto es que esta buena mujer le dijo al rey Bizas que navegaran al oriente y se establecieran frente al pais de los ciegos.

Bizas rascándose la cabeza compartió esta buena nueva con sus hombre y zarparon hacia oriente inquietos tratando de descifrar la premonición del oráculo.

Debe ser totalmente imposible un pais donde todos los habitantes sean ciegos.

Después de unos días de navegación se detienen en la rivera oriental del Bósforo, son atendidos por los ciudadanos con la mayor de las atenciones, fiel al espíritu hospitalario de todas las ciudades de la federación, al emprender el viaje al dìa siguiente, cruzan a la ribera contraria y se encuentran con un fondeadero natural, en una gran bahia, una península se interna mas allá de esa bahía protegida por un cordón montañoso detrás y “como si esto fuera poco” regada por la salida de un río que posteriormente llamarán la Cornucopia, el cuerno de la abundancia, que solemos ver grabado en muchas ilustraciones cuando nos referimos a algo muy abundante. Como el escudo nacional argentino.  

Así de benévolo era ese río.

Evidentemente, pensó don Bizas, la gente de enfrente son ciegos si no vieron este lugar, pensó, o eso nos gusta pensar que pensó, que es casi lo mismo, porque la historia es bella per se.

Lo cierto es que sucesivos reyes después de Bizas contribuyeron agregando mas fortificaciones a las naturales y pronto Bizanzio se convirtió en una ciudad próspera en virtud del “peaje” que cobraba a quienes quisieran pasar el estrecho que da del Mediterráneo al mar de Mármara y el mar Negro, o viceversa, por un lado.  Por otro, en un sitio dificilmente atacable por el enemigo por no decir imposible. Los bizantinos tuvieron esa noción presente en todo momento y de hecho Constantinopla cae en poder de los turcos mil años después que Roma. 

Es por ello que parte de la doctrina sostiene que es tal vez erroneo pensar que el imperio romano cayó en 476, porque Bizanzio continuó siendo próspera y pujante mucho tiempo después de la caida de Roma, manteniendo misiones diplomáticas con reinos distantes como la India mientras toda Europa era un villorio de calles de barro.

Bizanzio resistió los embates de sus guerreros vecinos avaros, vándalos, la mayoría desordenados, hasta que apareció un ejército de verdad disciplinado y al mando de un general realmente bueno, Filipo de Macedonia, padre del que después será Alejandro, el grande (el magno). El mismo Filipo que encargó a Aristóteles la educación de ese niño.

Filipo asedia Bizanzio y a muy poco estuvo de conquistarla. Quiere la historia que un guardia de las torres superiores alcanza a vislumbrar un avance nocturno, gracias al brillo de la luna creciente y venus que está al medio del arco de la luna que se abre paso entre las nubes.

Alcanza a dar la alarma y salva a su ciudad de caer en manos de los macedonios.

Se acuñan monedas con la luna y la estrella, para recordar la batalla.  Se cuenta esta historia durante generaciones.

Siglos de enceñanzas se suceden, en las escuelas se recuerda la batalla, esa noche y el favor que la luna y venus le hacen a la ciduad, se graban en memoria colectiva de un pueblo que rinde culto a esos dos astros y a esa noche, inmortalizándola.

La historia es interesante. Siempre el nombre propio agrega color.

Pero también oculta las miles de historias individuales de remeros, comerciantes y esclavos.

Por ahi el unico cometido de la historia es resaltar al rey.  A Bizas y a Filipo.

Posteriores monarquías aprovecharán esta tendencia a poner nombres a los procesos históricos, siempre en provecho de los bizas y filipos.