20 abr 2011

El Campo



Los gringos no conocieron nunca la fatiga, eran de aquella época en que el campo era para trabajar, estaban ahora trasero al norte día y noche, pala en mano, haciendo pozos, dejando ociosas las máquinas de sembrar y cosechar en los galpones. Esas, si, que cuestan fortunas, actitud poco entendible.
-Murió la abuela -sentencia uno que pretende explicar con esa frase-
-¿No pensarán enterrarla en el campo? -pregunta Odiseo, iluso.
-La abuela era piamontesa- Segundo intento fallido de explicación.
Será una costumbre italiana enterrarla en el fondo de la casa, piensa. Odiseo recuerda derecho romano I, la inviolabilidad del sepulcro, la obligatoriedad de la servidumbre de paso y otros detalles, que no acercan luz sobre el porque los muchachos estaban extremadamente entretenidos. Además cavaban varias fosas -plural- y no una, en distintos puntos del "patio", si ese rinconcito de las 200 hectáreas merecen llamarse así. El interlocutor nota en el rostro del divinal Odiseo Torres la avidez de verdad, el ansia de saber no satisfecha con las aseveraciones anteriores.
¿La dividirán en partes menores -pensó Odiseo- para menos trabajo, ultima voluntad de la anciana, tal vez?
-La abuela era piamontesa -dice el mas grande mientras seca el sudor de su frente- nunca puso un centavo en el banco. Desde que la agarró Alsogaray con los bonos 9 de julio enterraba todo en dólares, se lo contó a mi prima la mayor muchos hace años.
El divinal Odiseo, descubrió su torso igual a un dios y corrió raudamente en procura de una pala, o un pico, o una aspiradora o una cuchara de té. "Ningún esfuerzo es vano"