Los caprichos de la moda, llevan y
traen prendas que deben o no usarse en determinados tiempos y
lugares. Los sombreros no escapan a esta lógica. Hoy han
desaparecido casi hasta la extinción. No deben sorprendernos las
excepciones.
En Argentina -mas precisamente en Córdoba- llamamos gorreados a quienes llevan gorros en la cabeza.
Dimes que tienes en la cabeza -por
fuera- y te diré quien eres:
Capelina = Teté Custarot.
Caplina grande = Susana Gimenez.
Capelina enorme = Flor de la V.
Gorra de invierno = Escritor (puede
acompañarse de pipa)
Boina = Idem del anterior pero de
izquierda.
Pasamontañas = Auxiliar de salidera
bancaria.
Gorra con visera recta y enorme =
Adolescente descubriendo el mundo, midiendo umbrales de tolerancia.
Gorra de lana = Adolescente atérmico
o aprendiz de rastafari.
Gorra con inscripción de club de la
NBA = Gobernado al que mandaron a pintar el frente.
Gorra azul y visera negra plásica =
LA GORRA.
Gorra blanca y visera negra plástica
= Piloto aerocomercial bimotor.
Otros colores de Gorra = Seguridad
privada.
Sombrero de Pana = Proxeneta,
también llamado Fiolo.
Sobrero de Paja = Desorientado para
casting de Los Ingals o integrante de Los Palmeras.
Piluso con colores = hincha de club
de fútbol acorde a los colores del piluso.
Piluso azul = pescador que le
afanaron el río.
Piluso blanco = Posible turista. Si
alcanzamos a visualizar la botella de agua mineral de medio litro o
la riñonera, despejamos la duda.
Funyi = Integrante de ballet de
tango, ligeramente afeminado e incompatible con compadrito oriyero.
Honguito = Mimo que emula a Chapplin
o Sabina.
Gorra de invierno = Bochófilo
invernal.
Gorra tejida con orejeras =
Charanguista o ejecutante de aerófono de caña de grupo andino.
Mexicano de Mariachi = Escapado de
un casorio habiendo robado una prima de la novia.
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