Roberto Goyeneche
La periodista le acercó un grabador demasiado grande para nuestros gustos, pero lo justificaremos diciendo que esto pasó en los setentas.
El
entrevistado tenía un traje demasiado claro para esa hora del día.
Una piel también demasiado clara para esa hora del día.
El ambarino líquido
que contenía su vaso demasiado ancho, tampoco correspondía con esa
hora del día.
Ese excéntrico lazo de cinta -que oficiaba de corbata "copada"-, nunca
se correspondió con esa hora del siglo.
Si no hubiera cantado
tangos, sería el perfecto malvado de alguna película de Tarantino,
con un extraño bigote de asesino a sueldo. Consultó ella por fin,
dando muestras en ello de sus cinco años de carrera de ciencias de
la comunicación.
-¿Qué dice Usted es la
música? –Tal vez esperando que el Polaco Goyeneche empezara ...
“es el arte de combinar ... etc”
-¿Sabés lo que
me dijo un tipo una vez? -contestó el polaco-
¡Tantas cosas sabrás!, sugiero yo.
-La música, son unos negritos saltando un alambrado.
El arte no tiene que ser grandioso ni hermoso para pegarnos la patada en el paladar, debe solamente ocurrir,como indica Borges.
Sonríe, con
ojitos chiquitos que esperan la sonrisa en el interlocutor, que va a
demorar solo un segundo mas en devolver la sonrisa, en acusar recibo
de la gracia.
Muchas veces,
esas respuestas a los estímulos que presentamos a las gentes, nos
indican si debemos continuar las conversaciones, las relaciones o
comenzar nuevas amistades.
Algunas
respuestas nos ayudan a entender a asesinos seriales que extraen un
fusil de asalto AK47 y vacían sus cargadores ante un auditorio.
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