12 jul 2015

El Fin

Lemiteliusansin - Capítulo 22



-¿Y vos quien sos?- Pregunta la abuela por decimoquinta vez al niño que -supone- esta arreglando la conexión del teléfono, o a eso que parece un niño arreglando una conexión en la boca del teléfono.

Acompaña las palabras con punzado rápido y repetitivo, del hombro derecho del niño, con la inestimable ayuda de un índice muy delgado y afilado-

-El del Toti -Contesta el pequeño ya mecánicamente, sin quitar los ojos del los cables y el soldador- el de Mendoza.

¿Vos abuela, hablas con las manos? -Agrega para hacerla enojar-

Agrega la ayuda topológica a modo de GPS intelectual.  No aclara si es hijo o nieto, sería complicársela mucho a la abuela, que apenas retiene algunos contados nombres propios. La deja rumiar la frase de hablar con las manos, insegura.

-Ah, si, si el Toti. ¡Ni se acuerda que tiene madre ese, hace mucho que no me viene a visitar! -Pareciera ir recordando, mientras con cachetea en la cabeza por la humorada, finge posiblemente recordar, o finge lisa y llanamente, lo que busca es que le den un poquito de afecto, mientras estira el Ah, mucho mas allá de lo convencional-

Abusando del pié otorgado, prosigue como si hubiera sido convidada en la palabra:

-Así que vive en Mendoza. Ah -La abuela abusa del latiguillo AH, que coloca de comodín en las oraciones, lo estira teatralmente, solo para que le lleven el apunte. Exagera, en definitiva, como delantero en área rival.

Las caídas de estos nos dejan un sabor a caricatura, como las de lucha en la TV, donde simulan que pelean. Los delanteros parece que cayeran y la abuela simula estar en el diálogo.

-¡Abuela, recién se va! Estuvo hasta hace cinco minutos, vuelve en un rato. Anoche durmió acá -El chico defiende al abuelo que es de los grosos-

-Ah si, si, tenés razón, tenés razón -Asiente con la cabeza, duplica la frase, como hacen las aeromozas de la aviación comercial con los dos dedos, duplican señalizaciones de las puertas de emergencias, para que quede mas claro-

-¿Está en pareja el Toti no? -Agrega ya sin convencimiento ni necesidad. Solo reclama orejas que la escuchen, pero no sabe como hacerlo, y como su mayor placer es hablar...-

-No abuela, no tiene pareja -Dice el niño en voz bien alta, al tiempo que termina la boca de red para el modem adls a la línea de teléfono de la abuela-

-¿No? Tan joven que es ese muchacho. ¡Tan joven! -Llevándose la mano a la boca y verificando que esas miradas no mientan-

-No tiene pareja... las pata -Parte del chiste es que no coincidan el número entre artículo y sustantivo, lo dice por decimoquinta vez así la abuela ríe de nuevo como si fuera la primera. Uno de los bancos de la RAM de la abuela, sino todos, están tirando muchos errores de código.

La sincera carcajada de la abuela, carcajada de no saber el chiste, a pesar de haberlo escuchado mil veces, la empuja amistosamente a tomar un vaso de agua a la cocina, lo que le otorga al niño un par de minutos libres para trabajar tranquilo.

Extrae el modem de la mochila, como si fuera algo corriente de llevar en mochilas de adolecentes y lo enchufa en la línea de teléfono. Limpia, ordenada, tranquilamente. Solicita al mas pequeño de los hermanitos algo en el idioma de su logia “pasame el RJ11”, el pequeñito estira automaticamente la mano que contiene un cable con conectores en sus puntas.

Abre la sub notebook, configura la conexión, introduce contraseñas y navega por fin. Mecánica y pacientemente. No hay errores, todo sale como si estuviera bien.

Navega.

Navegar en otras épocas, resultaba un tanto mas poético, mas cooperativo aunque mas riesgoso. No se, toda navegación tiene siempre riesgos agazapados a la vuelta de la esquina, sea por monstruos en el agua del anchuroso ponto, como las navegaciones en los rincones del intelecto, o en los intersticios de la internet, debido, tal vez, a virus que hagan peligrar la vida del software. Hasta en el aire, siempre hay riesgo en la navegación.

¿Quien está en condiciones de asegurar que su realidad sea mejor que la de la abuela? ¿No será mejor el mundo químico de la abuela que el de las navegaciones? Mas cómodo, seguro.

En solo una de las variables que forman la realidad. Somos demasiado proclives a creer que los sentidos no nos engañan, que lo escuchado es cierto, que lo masticado es carne, lo fumado es tabaco, lo bebido es wisky. Posiblemente la abuela tenga muchas mas certezas que nosotros, como en las novelas de Dick, a lo mejor está en posición de otro tipo de verdad que por caridad o por amor, nos la oculta.

-¿Que es eso que tenes ahí? ¡No me vas a romper nada, mirá que después no anda el televisor eh! Desde que me arreglaron el Patito, no me puedo bañar-

La abuela bautizó alegre y despreocupadamente "patito" al calefón eléctrico, porque tenía una etiqueta con un pato. Cuenta ella con un natural poder de síntesis, del que carecen los estudiosos de la literatura, que pierden una tarde en la búsqueda de un sustantivo que sintetice un párrafo. El mismo poder, la lleva a aglomerar toda la tecnología, ducha, teléfono y televisor en un mismo sector mágico e inaccesible de la realidad.

-Nada abuela, es un codificador de ectoplasma -El niño divierte a los primos, inventando nuevos nombres para la notebook, sin pretender indagar cuanto hace que la abuela no se baña-

-Ah, mira vos que lindo. ¿No servirá para arreglar el patito eso? -Dice otra vez estirando el "ah" de asombro mas allá de lo permitido por las convenciones-

Luego del Ah, que todos saben que es de mentira, de las risitas contenidas por los mas pequeños y la observación de la abuela, de la mirada asombrada sobre la pantallita de la notebook, un minuto mínimo de silencio, permite al bisnieto que trabaje tranquilo en lo que está haciendo.

-¿Y quien sos vos? -Renueva la artillería de preguntas, como si recién llegara de hacer las compras-

-El del Toti, abuela, recién te dije -Tampoco aclara ahora, menos que antes, la filiación y el grado de parentesco-

-Aaah. -Doble estirado de Ah- El Toti, que está en Mendoza-

-Si abuela, ese, pero no está en Mendoza, recién se va a comprar facturas a lo de la vieja chora-

En la pantalla de la pequeña computadora, aparece el logo de un organismo oficial de otro pais, sucedido de indicaciones para incluir usuario y contraseña. Juanchi agrega ANITA, y una contraseña de varios dígitos, mientras continúa discutiendo sobre la edad de su abuelo con la abuela, que no estima necesario que la gente realice otra actividad que no sea hablar con ella.

-Ah. ¿Porqué va a la vieja esa? -Falsetea casi al borde del escándalo-

-A comprar facturas -Dice uno de los hermanitos de Juanchi, que ya comprendió el método-

-Ah. Ahora si. Asi si. ¡Que vaya y compre, si tiene plata! ¿Fue con la señora el Toty o se quedó aca?

La abuela se saborea las facturas antes que lleguen y deja que los niños nombren a la señora de la panadería con el elegante apodo que ella sugiriera, con su natural sentido del desprecio al género humano, pero exquisito criterio.

También inauguró hace apenas unos días, un apodo interesante para la señora presidente, pero hacerla hablar sobre ese particular, la pone nerviosa, le tiembla el mentón, hay que aguantarse la diatriba de hora y media de "yegua reputísima" y sus argumentos, mostrando su condición agorilada, y lamentablemente siempre algún nieto, o sobrino, o hijo le hace referencia a los pelos que le salen por debajo de la blusa y hay que escucharla.

Los mas chicos, gracias a su condición de malvados como todo niño, le ponen a veces la marcha peronista en la notebook, bajito, casi imperceptible, para la observación de su detenerse en seco, de la pequeña puteada comenzada, tirarle la lengua con comentarios del tipo “seguro son los de al lado” y ver como reanuda los pasitos cortos tratando de no llevar el paso de la marcha.

Después de rezongar un “peronistas” continúa preguntando.

-¿Vino con la señora el Toty? ¡Que linda casa que tiene el Toty! -Esconde nuevamente la pregunta, la otra pregunta implícita en el discurso, eso que quiere saber, porque duda y le niegan, porque es divertido-

-Está separado de la mujer, pero se separaron hace mucho abuela, yo era chico -Anticipa respuestas a preguntas que sabe están ya al salir-

No cuenta el nieto del Toty que el mobiliario de la casa del Toty, la nueva casa, se reduce a la botella de blenders y el celular con el que solicita amor rentado. Casi un escritor el Toty.

-Uh, creo que era medio ligerita la mujer -De nuevo estira el "ah" pero esta vez en con algo mas de malicia-

-No abuela, esa mujer es mi mamá -Miente el niño la filiación que lo relaciona con esa mujer, sabe que debería matarla a la abuela por el comentario, porque no es su madre la mencionada sino su abuela y ella está en una escala mas arriba, en la línea del árbol-

-Ah -Contesta la abuela esta vez un ah, re cortito, ah casi de dedo en el enchufe, sin saber debajo de que piedra esconderse camino a la cocina, en busca de otro vaso de agua, balbuceando al mismo tiempo que trama el prolijo escondite para el dulce casero que le regalaron. Detiene los pasos cortitos, corrigiendo rumbo, vuelve a la marcha, pueden estar espiándola, como los tramposos que cuentan a las escondidas.

En el aparador. Va, viene. Duda, no, mas lejos, en el horno de la cocina. Arriba de la mesada, tapado con un repasador como lo sugería Edgard con la carta robada. Va hacia uno de los cuartos, se pierde. Termina escondiéndolo en el ropero, detrás de la ropa de verano y la pistola del abuelo. Espera acordarse. Ninguno de los hijos conoce de tanta naftalina junto al dulce ni de la existencia de un arma en casa de la madre.

-¿Porqué no me quedaré callada? -Va repitiendo una orden recibida desde hace ochenta y siete años en voz bajita- Mi mamá siempre me decía "quedate callada, quedate callada" y yo nunca le hice caso.

Al chico le molestó la primera vez que escuchó aquel terrible comentario, al sobrepasar las cien veces, es casi un lugar común que hizo cayo, esperable, que no lo distrae de lo que está haciendo, muy interesante, que requiere toda su atención, que no admite errores, pero para nada ilegal. Aun.

Siempre hay un punto por donde poder entrar a la red, al cerebro de la máquina, mientras continúen los burócratas en la seguridad que están seguros. En su realidad, esa que compran a caro precio, esa que creen está bien, esa seguridad que les dicen sus técnicos que es inviolable. Les mienten, todos los especialistas les mienten, los ingenieros sobre los márgenes de seguridad de la pared del dique, la inocuidad de la vacuna que administran a la población, la salud de esa agua que embalsan, el contenido de lo que vierten esas fábricas y pueblos a orillas del río, aguas arriba. Les mienten las consecuencias de ciertas inversiones de riesgo, la seguridad de las encriptaciones corre el mismo albur.

Por contraposición, afortunadamente, todos los cerebros humanos son mágicos, aún aquellos que están destruidos con pastillas como la abuela, por la riqueza de conexiones que produce el consumo de fármacos. Es alegre, busca la felicidad por el solo hecho de ser feliz.

El cerebro de la máquina, aquel monstruoso, por el contrario, es muy frágil, simple, estúpido, de lógicas bastante predecibles. Además de perverso.

Lo malo, repito, lo realmente malo del momento, es el grado alcanzado de disolución de responsabilidades, la burocratización. Muere un niño a causa de la desnutrición generalizada y no es culpa de nadie.

Lo bueno del momento, es la fe de aquellos burócratas en ese otro cerebro, el sintético, que creen invulnerable, omnisapiente, que puede auto regenerarse y miles de beldades mas.

4 comentarios:

  1. Hola, perdón que te comente por aquí pero muy bueno el aviso.... y muy bueno lo que leí hasta ahora también! mi esposo tiene un jeep willys modelo 43, que fue nuestro auto (quiero decir: para ir al supermercado, para ir a pasear, para ir de vacaciones) y llegó un punto en que salir con el jeep era poner en riesgo al resto, que iba a los pedos por todos lados mientras nuestra velocidad crucero con nitro era.... 70 con toda la furia.. Pero resistimos, sin calefacción, sin aire, sin estereo, sin nada.... pudimos comprar un auto hace dos años y estamos como desorientados con tecnología avanzada (5 cds para el auto... no será mucho?) y bueno, entre los chicos y nosotros lentamente nos acostumbramos a un auto normal. Pero todavía tenemos el jeep. Y si querés reírte, mi esposo se compró una bicicleta inglesa, a sus 51 años (en realidad quería una moto, pero la bici es como la sublimación del deseo, no?) Seguiré leyendote, y espero que sigas con tu humor para las cosas cotidianas. Saludos!

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    1. Que sería de nuestra vida si no asumieramos ese tipo de riesgos que la vuelven tan interesante, máxime en un jeep willys de la segunda guerra. hay un mundo paralelo al que ocurre en la realidad, lo interesante es que ES MAGICO.

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  2. Un texto con mucho para pensar, con una prosa entretenida.
    Un abrazo.
    HD

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  3. Que bueno humberto, que invite a pensar... un mundo mejor!
    solo prentende hacer llevadero el día de alguien, en lo posible, que se divierta y ría.
    gracias por comentar

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