20 abr 2013

Centro


El centro de la ciudad  



Llamamos infiel a aquello que no se ajusta al fiel de la balanza, esa delgada flecha que apunta a una precisa línea central, por lo que conjeturo que infiel es quien no se ajusta al centro, luego llamado excéntrico por similares motivos. 

El centro alude en demasía a adjetivos a él relacionado, egocéntrico, etnocéntrico, geocéntrico, que tanto mal intelectual han causado a lo largo de la historia (¡preguntale a Galileo!), centro se corresponde con derecha.  

Las derechas del mundo abandonan el centro, no solo topològicamente hablando.

Mientras tanto, izquierda es por definición siniestra por oposición a diestra, mientras diestro corresponde a entendido, coherente o… Correcto. Lo siniestro es una elección, tal vez por ello los trozquistas aman a Anibal Leqter.
Los centros son abandonados y pasan a ser tomados por asalto.

Por centro también entendemos topologicamente, el sector puntual de la ciudad que en su mejor momento (durante las horas de luz natural) es una amalgama de payasos que fuman, mecheras de variopintas uñas, vocablos altisonantes, yuppies de teléfonos minúsculos y cama solar y hasta -disculpen- legisladores, miles de especimenes de este zoológico, heterogéneo y antagónico en exceso. Después de abrir atentamente los oídos al sonido ambiental, las diferentes frases que pueblan el éter, y la música que surge por todos lados, Sisoco García y Odiseo Torres se inquieren sobre el origen del apelativo de La Docta, con magros o nulos resultados.

Conviene al indocto en sus protocolos y ceremoniales, huir de allí al caer el sol, una peculiar metamorfosis convierte este lugar poco atractivo a los ojos, en un sitio donde la capacidad de sobrevida humana cae abruptamente como el indicador del termómetro.


E.G. I
Madre hermosa vista con los ojos de corazón, pequeña y morochita1 en demasía (y no de cama solar), en la humildad de sus rudas manos, extiende un helado a una pequeñísima réplica, bonsai de ella, esas manos denotan que le costó mucho esfuerzo ganarse los centavos del helado (o eso nos gusta suponer), el mismo helado que dura nanosegundos en las negligentes manitos de manchitas de uñas demasiado claras en contraste con su piel. 

Y antes que la lágrima resbale por nuestras mejillas, mamá –sabia- sentencia:

-IASTA LA TALIA CHANDO MOCO- y le mueve 3 grados el eje de la cabeza, de un sopapo digno de Miguelito Tyson en pelea por la unificación del título de los pesos pesados.

E.G. II
Estratégicamente localizada ante una vidriera que la refleja, la rubita sin grandes méritos2, hace abuso de su juventud y curvas, chequeando constante y enfermizamente la gestalt humana que le retorna gentilmente el vidrio. 

La vitrina es la misma, ante la cual todas las mañanas camina y el reflejo condicionado la obliga a verse reflejada (otro tipo de reflejo) no sin antes, arquearse con un minúsculo golpe a lo largo de toda la columna vertebral, remarcándose allí donde la espalda cambia de nombre

Hecho lo cual, verifica que sobresalgan sus caracteres secundarios femeninos, tanto superiores e inferiores, a uno solo y único movimiento, coordinado en tiempo y espacio.

Eligió también perfectamente a su interlocutora, igual de pelotuda pero algo mas redondita.

Sugiere, pregunta, arriesga, mechando siempre un “no sabes” mix de interrogado y negado, que utiliza a modo de COMA en el relato, e inventa o funda una ciudad en Estados Unidos, un híbrido nombrado Nueva Iork, que no es ni NIU IORK ni NUEVA SHORKPero termina nombrando una ciudad inexistente en el globo.

Ella es tonta, tiene derecho a mezclar fonéticas inglesa y castellana, no así los periodistas de la Televisión, a los que suponemos estudian y les pagan para hablar correctamente.

Ninguna de las dos sabrá nada, efectivamente. Como sabiamente sentenciara Jacques Lacan, la comunicación es imposible, siempre, aunque no se refiriera a este par puntualmente.

1 Color piel, al decir de cierto sector antropológico.
2 Ni pequeños, ni medianos tampoco.

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